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MM34|Mar Mediterráneo 34

Inca Hernández

Imágenes: João Morgado - Fotografía de Arquitectura

La Ciudad de México es un escenario histórico lleno de un enorme patrimonio cultural y arquitectónico resguardado en sus “Barrios Mágicos”. Entre ellos se encuentra Tacuba, ubicado al Noroeste del centro de la ciudad, este barrio ha sufrido transformaciones sociales y urbanas que han perdurado hasta nuestros días y en él yacen vestigios forjados en diferentes épocas.

A finales del Siglo XIX y comienzos del Siglo XX, Tacuba se convirtió en una de las zonas más opulentas de la ciudad con grandes casonas de campo, que con el transcurso del tiempo y los diferentes cambios políticos, pasaron a ser abandonadas o derrumbadas, sin embargo entre estos vestigios permaneció la casona de Mar Mediterráneo 34.

Construida en 1910 con un estilo ecléctico afrancesado perteneciente a la época del Porfiriato, actualmente posee un valor histórico por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). El proyecto partió con la idea de generar una segunda vida en la casona conformada por dos crujías, donde la primera, en avanzado deterioro, cuenta con la fachada principal, mientras la segunda, visiblemente en ruinas, queda al interior con visuales al patio lateral.

A partir de estas características se implementa la restauración e intervención de los elementos originales de la época, en donde los espacios son regenerados con una nueva materialidad, así mismo se recuperan de la fachada principal los múltiples elementos artísticos y artesanales como la cantera labrada de los balcones y dinteles, los barandales en herrería, los grandes ventanales y la teja de cristal sobre la cornisa, con la intención de rehabilitar la nueva imagen urbana.

La segunda crujía es reconstruida como una reinterpretación del pasado con un carácter contemporáneo, donde se erige un nuevo volumen que enmarca el cielo a través del patio lateral existente y retoma la disposición de los antiguos umbrales como una secuencia de luz y sombra; es así como estas aberturas se elevan de manera intermitente desde la planta baja en doble altura y pasan a ser un elemento solido de arquitectura introspectiva.

El proyecto busca la fusión entre lo que prevalece y renace, a través de una conexión lineal entre dos épocas; esta conexión también es reflejada desde la percepción del acceso por medio de un rodapié de recinto (piedra volcánica negra) la cual envuelve toda la planta baja y funciona como un basamento para levantar lo que ha resurgido.

La casona restaurada presenta tres niveles con siete unidades habitacionales que se adaptan a diferentes espacios flexibles entre Loft, estudio, familiar y penthouse; los cuales interactúan con visuales a los elementos históricos en el patio principal y con dos patios adicionales de menor proporción que abren visuales a un árbol rodeado de un conjunto de celosías que permiten la entrada de luz natural, adquiriendo un carácter autóctono.

El objetivo de la intervención es generar un legado que fomente la transformación de Tacuba para realzar y rescatar su valor patrimonial, mediante el aprovechamiento de espacios de forma sustentable para dar vida al “Barrio Mágico”.